Ya ha llegado el buen tiempo y con él, el sol, los baños, los días largos y las actividades al aire libre.
¿Qué pasa con nuestra piel? Si nos miramos en el espejo, veremos las huellas de las experiencias vitales acumuladas, entre ellas, la huella del sol, traducido en una piel más fina, seca, con arruguitas, manchas, alguna verruga que sobresale…
El envejecimiento de la piel se produce por dos factores fundamentales: el paso de los años -en un 20%-, y el sol, responsable del 80% de los signos de envejecimiento cutáneo.
Con esta idea aclarada, uno ya se imagina que, de haberse protegido muy bien del sol de niños o jóvenes, ahora luciríamos una piel mucho más firme, menos arrugada, con muchas menos manchas y verrugas, y seguramente, sin aquel pequeño carcinoma que me detectaron hace unos años y que tuvieron que operarme. ¡Ninguna culpabilidad!
Eran otros tiempos, en los que los efectos nocivos del sol eran desconocidos, y uno esperaba con ilusión la primera quemadura estival y el olor típico del aftersun, ¡señales inequívocas de que las vacaciones estaban a la vista!
Ahora no tenemos excusa. Todos conocemos las recomendaciones para exponernos al sol de forma responsable: evitar permanecer al sol entre las once y media o doce del mediodía hasta las cuatro o cuatro y media de la tarde, no utilizar cabines de rayos UVA artificial, llevar siempre gorra con visera, sombrilla, gafas de sol, ropa, y naturalmente, aplicarse protectores solares de factor de protección alto o muy alto, idealmente de 50 o 50+.
Manuel, en la consulta, le comenta al médico: “Escuche, que si me pongo esta crema estaré blanco todo el verano, ¡pareceré un marciano!”
El bronceado, sí, regalo envenenado que nos ha traído la moda; curiosamente, estar bronceado siempre había sido una señal de bajo nivel socioeconómico y cultural, dado que era la gente que hacía faenas agrícolas las que siempre estaban morenas.
No fue hasta la década de los años 20 del siglo pasado, cuando figuras como Coco Chanel, literalmente quemada durante una excursión marítima por la Rivera francesa, iniciaron un cambio de actitud frente a estar bronceado. Su vuelta a París, mostrando su color dorado, levantó las envidias a su alrededor.
María pregunta en la consulta, qué puede tomar para estar morena y evitar que el sol haga daño a su piel.
La ingesta de betacarotenos, muy presente en una gran variedad de frutas como la zanahoria, los mangos, albaricoques, melón, espinacas, etc., puede ser beneficiosa en cantidades moderadas, sin embargo, nos sabe fatal comunicaros que en ningún caso sustituye la protección solar en forma de cremas solares, ropa, gorra. ¡Y vigilad! Si coméis demasiado, ¡corréis el riesgo de tomar un color anaranjado que puede hacer que se os confunda con la mascota del Mundial de Fútbol de España de 1982!
¿Y qué hacemos con las manchas y verrugas? A menudo son fruto de quemaduras solares de joven, exposición continuada al sol, en resumen, excesos que pasan factura durante la madurez, cuando disfrutamos de más tiempo para estar al aire libre.
Recordad, lo que habéis hecho, hecho está, y esto no significa que no podamos frenar el reloj del envejecimiento comenzando una vida más sana (que incluye, entre otras, evitar las quemaduras solares o ponerse muy moreno). Para evitar que las manchas empeoren, se noten más, o salgan nuevas, utilizad cremas a diario que incluyan pantalla solar.
Durante el invierno, una crema nutritiva o antienvejecimiento con un factor de protección solar (SPF) de 20 ó 30, será suficiente. Para los meses de sol, un protector de 50+, sobre todo para cara, cuello, dorso de manos y antebrazos.
Podréis ver la diferencia con vuestros amigos o amigas que no hacen caso de estas recomendaciones, al cabo de poco tiempo.
Y para aligerar las manchas más intensamente, solicitad consejo a vuestro dermatólogo, quien os podrá aconsejar sobre el uso de despigmentantes en los meses de otoño e invierno, y si no es suficiente, utilizar otras terapias estéticas como los láseres o peelings químicos.
Y para las verrugas seborreicas, ya sabéis, aquellas verrugas feas, marronáceas, de aspecto seco, rugoso, a veces grasiento, vuestro especialista os reserva otros tratamientos médico como la crioterapia en spray, la cirugía o mejor aún, el láser CO2, entre otras opciones.
No intentéis utilizar remedios caseros, id al médico para asegurar que lo que tenéis en vuestra piel son verrugas, por tanto, benignas, y no otras tumoraciones no tan buenas.
No dudéis en pedir consejo, ¡dadnos trabajo! Ante cualquier lesión en la piel, mejor consultar que dejarlo ir y tener un susto más adelante.
Y ahora, ¡a disfrutar del sol! (¡de forma responsable, claro!).